Comentario
A la arquitectura expresionista le ha ocurrido, historiográficamente, lo que ya había intuido Bruno Taut (1880-1938) con respecto a sí mismo cuando eligió como seudónimo en la confraternidad de arquitectos expresionistas de la Gläseme Kette o Cadena de Cristal el de Namenlose o el sinnombre. En efecto, hasta los años sesenta, el Expresionismo parecía haber desaparecido de las historias canónicas del Movimiento Moderno, si exceptuamos las menciones a Mendelsohn y el interés de Bruno Zevi. Ese lado oscuro del racionalismo, como lo denominara Rykwert, comenzó a hacerse imprescindible para poder explicar la propia historia de la arquitectura contemporánea. Piénsese que el arquitecto más conocido del Expresionismo arquitectónico, Bruno Taut, había prácticamente desaparecido de la circulación ya en 1928, fecha de fundación del CIAM. Un arquitecto que, entre 1821 y 1931, llegó a construir más de catorce mil viviendas, en diferentes Siedlungen berlinesas, no figuraba en las historias de la arquitectura, al menos con la importancia que su actividad merecía.El sustraerse del expresionismo arquitectónico a la revolución técnica, su negación de que la forma siga a la función y su afán por ver reflejada en un espejo roto la realidad productiva ayudaron, sin duda, a esa marginación historiográfica. Y, sin embargo, como han señalado varios historiadores a partir de Argan, "entre el llamado utopismo de la arquitectura fantástica del Expresionismo y el Racionalismo riguroso alemán, no hay contradicción, sino continuidad". La tradición de la vanguardia expresionista alemana de comienzos de siglo pareció resucitar con más fuerza después de la Primera Guerra Mundial. Mientras Alemania se reconstruía, los arquitectos expresionistas lo intentaban desde fuera de la realidad, desde la utopía de un eterno nuevo comienzo. Frente a esos sueños, la Neue Sachlichkeit -Nueva Objetividad-, levantaría la objetividad de lo real como proyecto constructivo, aunque no podemos olvidar que la mayoría de los arquitectos protagonistas del Racionalismo alemán procedían del Expresionismo. De hecho, en ese medio surge la Bauhaus, posteriormente escuela abanderada del diseño racional y funcional, verdadero laboratorio del orden del Movimiento Moderno.Muchos de los planteamientos del Arbeitsrat für Kunst (Consejo de Trabajo para el Arte) pasarían a la Bauhaus. La Revolución de Noviembre de 1918 creó, además, un apropiado caldo de cultivo para la proliferación de consejos obreros e intelectuales. Fundado en 1918, el Arbeitsrat für Kunst reunió a arquitectos e intelectuales como Walter Gropius (1883-1969), Adolf Behne, Hans y Wassif Luckhardt, Bruno y Max Taut, entre otros. Los manifiestos y el radicalismo de sus posturas se manifiestan cada vez con mayor precisión. Bruno Taut, en el mismo 1918, señalaba que "las diversas y desgarradas tendencias solamente podrán encontrar su camino, de retorno a una unidad, bajo las alas de una nueva arquitectura... Estas edificaciones no pueden brotar en las metrópolis, porque están podridas en sí mismas".En 1919, el mismo año de fundación de la Bauhaus por casi los mismos protagonistas del Expresionismo, el grupo organiza la Exposición de Arquitectos Desconocidos. Los textos de presentación fueron escritos por Gropius, Behne y Taut, tres viejos conocidos, además, de las actividades del Werkbund. El primero de ellos señalaba que el objetivo final del arte era "la concepción creativa de la catedral futura que debe, de nuevo, asumir en una forma total y única la arquitectura, escultura y pintura". Catedral de Cristal que ocupaba el centro de la ciudad utópica dibujada por Taut en su "Die Stadtkrone" (1919) (La Corona de la Ciudad), y servía de ilustración al manifiesto de la Bauhaus, del mismo año. Una arquitectura visionaria para una ciudad nueva que estaba en las antípodas de la metrópoli. Para Taut, la arquitectura debía ser toda luz y cristal, como ya había tenido oportunidad de comprobar en su Pabellón del Vidrio de la Exposición del Werkbund en Colonia, en 1914.El simbolismo que Bruno Taut pretendía otorgar al vidrio procedía, en parte, de las novelas metafísicas de Paul Scheebart, autor, en 1914, de un texto fundamental para la poética de la arquitectura expresionista: "Arquitectura de cristal". En esta obra, Scheebart planteaba problemas que estaban en el centro de las preocupaciones de los arquitectos expresionistas: "La superficie de la Tierra cambiaría considerablemente si la arquitectura de ladrillo fuese desplazada de todas partes por la arquitectura de cristal. Sería como si la Tierra se enjoyase y vistiese de esmaltes y diamantes". También se oponía a los muros verticales, igual que prefería entender figurativamente la arquitectura. Soñaba con edificios flotantes. Muchos de los dibujos de los arquitectos expresionistas parecen ilustración de las descripciones de Scheebart. Las posteriores exposiciones del grupo comenzaban a tener un carácter iniciático, autocalificando su actividad como una conspiración de elegidos.La ciudad era el objeto predilecto de sus críticas. Su rechazo de la metrópoli les llevó a diseñar insólitos motivos alternativos, aglomeraciones irracionales, asentamientos sin forma y, cuando la tenían, eran verdaderos símbolos. Es el momento en el que Bruno Taut publica uno de sus libros más bellos, tanto desde el punto de vista gráfico como conceptual, con el expresivo título de "Die Auflösung der Städte" (La Disolución de las Ciudades), de 1920.Formas orgánicas, cristalinas, simbólicas, transparentes, minerales, fantásticas recorren el repertorio de sus proyectos y sueños, nacidos con la convicción de quedar en el papel, de servir de provocación o de meditación. Ni la técnica, ni la industria, ni la tipificación, ni la construcción constituían un dato para la arquitectura. Su autonomía era sólo reflejo de la armonía cósmica y Taut defendía elocuentemente su carácter de arquitecto imaginario. El comportamiento esotérico, sus alusiones a la obra total del gótico, y otros aspectos iniciáticos confluyeron en esa especie de logia de artistas que fue La Cadena de Cristal, constituida a finales de 1919. Dirigida por Taut, consistía en un ininterrumpido y secreto intercambio de cartas y dibujos entre sus miembros, entre los que se encontraban Finsterlin, los hermanos Luckhardt, H. Scharoun, Max Taut, Gropius, A. Hablik y otros. La idea de círculo mágico y secreto obligaba a mantener una solidaridad en favor de la construcción cristalina de su utopía arquitectónica. Esos dibujos y textos serían publicados en un libro y en la revista "Frühlicht", editada entre 1920 y 1922.De la arquitectura expresionista verdaderamente construida han quedado pocos testimonios, porque en realidad se edificaron pocas obras. Una tumba, la de la familia Wissinger en Stahnsdorf, construida por Max Taut en 1920 o el Monumento a los caídos de marzo, una pirámide en expansión, como la ha denominado M. Fagiolo, construida por W. Gropius en 1920-1921. Aunque lo cierto es que la arquitectura expresionista no era, como pudiera parecer, de carácter funerario. Al contrario, B. Taut se preguntaba en "La Disolución de las Ciudades" si podía diseñarse la felicidad, respondiéndose que "no, pero se puede construir". Otras metáforas aparecen en esos dibujos: pirámides, catedrales de cristal, montañas sagradas, cúpulas cósmicas, arquitecturas alpinas, etc.Además de varias escenografías para el cine o el teatro, la arquitectura expresionista tuvo un intérprete excepcional en Erich Mendelsohn, si bien corrigió la fantasía con la construcción, ordenó las aristas y las expansiones orgánicas o geométricas con el concepto de dinamismo funcional, realizando una cuidada síntesis entre racionalismo y expresionismo, como ocurre con su Torre Einstein (1923-1924), en Potsdam, o con sus Almacenes Schocken (1929), en Chemnitz. Aunque tampoco debemos olvidar la versión monumental del expresionismo cultivada por arquitectos como Hans Poelzig, Max Berg o Fritz Höger.